Diamantes en bruto

«Los directores juegan a introducir situaciones que más tarde acaban tiradas, abre vetas que no profundiza y teje remiendos a medio hacer. […] es un problema de conjunto porque nadie tiene claro hacia dónde se dirige la historia. La única certeza es la omnipresencia de Adam Sadler»

Año: 2020
Director: Ben Safdie, Joshua Safdie
Reparto: Adam Sandler, Julia Fox, Kevin Garnett, Idina Menzel, Keith Stanfield, Eric Bogosian, Judd Hirsch
País: Estados Unidos
Duración: 135 min
Género: Drama | Thriller
Puntuación: ★★☆☆☆  (Regular)

 

 

Sinopsis
Ubicada en el trepidante mundo del Distrito de Diamantes de la ciudad de Nueva York. Howard (Adam Sandler) es un encantador distribuidor de joyas que no puede evitar vivir su vida al límite a través de una insensata adicción al juego, a las drogas y a las mujeres. Pero cuando se encuentra en posesión de un diamante ópalo negro de 600 quilates, Howard tiene finalmente la oportunidad de cambiar su vida de una vez por todas, solo si logra mantenerse con vida y mantener el diamante más raro del mundo en su poder.  [DeCine21]

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Análisis

Un filme gamberro, tosco, burdo, de machote. Realmente, hay una homogeneidad en el tono de la cinta, en sus diálogos, en los modos de encarar los problemas y en su puesta en escena. Sin embargo, no es suficiente con adecuarse a un estilo determinado, y es que -por encima de esto- la película deambula de un lado a otro sin saber hacia dónde dirigirse, y no está del todo claro qué quiere contarnos. ¿Cuál es su tema? ¿De qué va la película? Howard regenta una joyería en Nueva York, y no de la manera más honrada, pues la especulación, las apuestas y la posibilidad de engatusar al primer pardillo forman parte de su día a día. Aún con todo debe dinero, y por ello le persiguen. A ver si paga. Que no puede, necesita más tiempo. Última oportunidad. Que aún no puedo. Amenaza, para que te acuerdes de nosotros. Os lo pagaré. Se te acabó el tiempo…

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Hasta aquí, el guion podía desarrollarse como la canónica trama de deudas y persecuciones, un malo majo huyendo de otros más malos y menos majos. Pero cuando crees que la película va de eso… Resulta que no. Vaya. Porque entonces nuestro protagonista le presta una piedra -¿mágica?- al jugador de baloncesto Kevin Garnett, y este no quiere devolvérsela por la fortuna que le da en los partidos. Un mareo y otro, ya la devolveré, venga que la necesito, se la di a tu colega, él no la tiene, ¿dónde está la piedra?… Pero no, la película tampoco va de la piedra mágica. Caemos en la cuenta cuando descubrimos que Howard podría llevarse mejor con su mujer y ejercer realmente como padre de sus hijos. Ah, y para colmo tiene una amante. ¿Luchará por recuperar a su familia? ¿Se debate entre la fidelidad a su mujer y una amante a quien ama en realidad? Pues no, tampoco va de esto. Los directores juegan a introducir situaciones que más tarde acaban tiradas, abre vetas que no profundiza y teje remiendos a medio hacer. Porque, de nuevo, cuando uno cree que quizá el tema del filme tenga que ver con quién es Howard y su autorrealización personal y cómo entiende la vida… resulta que de nuevo aparecen los mafiosos y regresamos al género de deudas y persecuciones.

No es una cuestión de subtramas o de jugar con los géneros, es un problema de conjunto porque nadie tiene claro hacia dónde se dirige la historia. La única certeza es la omnipresencia de Adam Sandler, ejerciendo de bravucón, chulo, graciosete, caradura y ñoño cuando es preciso. Para quien no sea incondicional de Sandler… cansa. Como también cansan las más de dos horas de metraje, perfectamente recortables teniendo en cuenta el excesivo número de diálogos absurdos y alargados con la única razón de repetir hasta la saciedad más insultos, más reproches y más sandeces. La mitad de las escenas las componen grupos de personas discutiendo contra Howard. Algo habrá hecho para enfadar tanto al personal. Y quizá enfade al espectador, cuyos ansias de disfrute apenas pueden verse saciadas con la emoción de las apuestas -mientras se juega un partido de baloncesto, ¿lo conseguirán o no?- y contemplando la alta gama de joyas y productos preciosos. La película es una excusa para conocer -sin entrar tampoco muy a fondo- cómo funciona el negocio de joyas, las subastas, la especulación y los modos de atraer compradores.

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A modo de conclusión, el filme no cumple sus expectativas. De hecho, tampoco las muestra adecuadamente. Es difícil tomarlo en serio. A través de cierto tono de comedia gamberra linda con cuestiones de calado, siempre de manera superficial, y ante las breves escenas de acción tampoco sabe uno cómo reaccionar cuando antes o después hay un chiste que resta intensidad dramática. Se ha tejido a la medida de Adam Sadler, eso sin ninguna duda.


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